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Violencias Contra Las Mujeres en Tiempos de COVID-19

22 de julio 2020

Autora: Giselle Navarrete Hidalgo, Docente Área Género

Las crisis humanitarias producto de conflictos sociales, sanitarios o armados no están ajenas al género, afectando de manera diferenciada a hombres y mujeres, principalmente por los estereotipos de género, diferencias en las responsabilidades en torno al cuidado, la discriminación contra las mujeres y la pobreza, que se traduce en la falta de igualdad en el acceso a servicios, información, oportunidades económicas, derechos, justicia y seguridad adecuados.

Según informes de las Naciones Unidas, todas las formas de violencias contra las mujeres y niñas alcanzan su punto máximo en situaciones de desastre y conflicto, en especial, la violencia que se da en un contexto de pareja o intrafamiliar. Aquello se ve alimentado por las características que toman las relaciones sociales en situación de confinamiento.

En Chile y, particularmente en cuanto al fenómeno de las violencias contra las mujeres en un contexto de pareja, tenemos que, según las últimas cifras entregadas por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género visualizan que, desde el inicio de la emergencia sanitaria en marzo, los llamados al 149, fono para denunciar este tipo de agresiones y al 1455 de SernamEG, subieron en promedio un 60%. Cifras alarmantes pesando en las diversas dificultades que presentan hoy las mujeres para acudir a redes de apoyo o a efectuar las denuncias.

El confinamiento producto de las declaradas cuarentenas ha acentuado aquellos factores de riesgo frente a este fenómeno. Uno de ellos es la falta de redes, ausencia de ingresos económicos propios que las hacen depender económicamente de otro, y la multiplicidad de roles de la mujer en el hogar que se han acrecentado producto del confinamiento.

En primer lugar, el confinamiento ha visibilizado un fenómeno que no solo está presente hoy en Chile, sino que también en Latinoamérica, y es la baja en las denuncias por violencia contra la mujer o violencia intrafamiliar.

En Chile, Fiscalía declara una baja del 18% de las denuncias por delitos en contexto de violencia intrafamiliar durante el periodo de marzo, sin embargo, un alza en un 250% de los femicidios, particularmente frustrados en el periodo comparado de marzo 2019 y marzo 2020. Así mismo, Carabineros de Chile, señala que las denuncias por violencia, maltrato o abuso contra la mujer, niñxs o adultos mayores registraron un descenso de un 59% en el mes de marzo.

Una explicación plausible para comprender la baja, tiene relación a que las mujeres hoy no tienen fácil acceso a los canales de denuncias por las recomendaciones de quedarse en casa y las cuarentenas obligatorias, viéndose limitada su libertad de tránsito no solo para constatar lesiones y poner denuncias, sino que también para acudir a sus redes y salir del contexto de violencia junto a sus hijxs en caso de existir. La falta de redes es uno de los principales factores de riesgo en torno a la violencia en contexto de pareja, pues la única red de “apoyo” con la que cuentan es su agresor, convirtiéndose en el proveedor de “seguridad social frente a un contexto de crisis generalizada”. Los pongo en comilla pues es importante visibilizar aquello en lo que se debe trabajar desde la intervención social con mujeres y /o familias.

Por otro lado, la situación económica de las mujeres también se ha visto fuertemente afectada y es significativa al momento de pensar la situación de violencia en tiempos de crisis sanitaria como lo es el COVID-19.

Una de las últimas investigaciones de Fundación Sol, llamada “No es amor, es trabajo no pagado. Un análisis del Trabajo de las mujeres en el Chile actual (marzo, 2020), señala que “entre las ramas de actividad económica tradicionalmente más feminizadas en Chile y Latinoamérica, está la Enseñanza, los Servicios Sociales y la Salud, así como Hoteles y Restaurantes o el Comercio; ramas que corresponden en su mayoría a los servicios”, y que, son las áreas más afectadas por el desempleo producto de la crisis sanitaria, según los últimos análisis del Ministerio del Trabajo en cuanto a las cifras de desempleo. A ello, se suma la informalidad del trabajo en la que muchas mujeres se encuentra, alcanzando el 30,5 durante el 2018 (Género e informalidad laboral, INE, 2018).

En cuanto a la multiplicidad de roles que se llevan a cabo en el hogar, éste pasa a ser “un espacio multidisiplinar para la socialización, donde se educa, se cuida y a la vez se realiza el llamado “trabajo productivo”[1], teniendo en cuenta que aquel trabajo de cuidado es mal entendido socialmente como un trabajo improductivo. Las mujeres en este espacio han tenido otras obligaciones ligadas a su adaptación a los nuevos modelos educativos que son utilizados en la enseñanza a sus hijxs, que difieren en la forma a las que probablemente nos educamos años atrás. Sumado a ello, las diversas experiencias en el mundo rural, donde la conexión a internet, el acceso a tecnologías es menor comparado al espacio urbanizado.

En este ámbito, es fundamental que el Estado, dentro de sus políticas y planes de trabajo remoto, logre aplicar un enfoque de género y de territorialidad, atendiendo al principio de la corresponsabilidad y la garantía en el acceso a los medios que permitan la continuidad de educación, de servicios básicos o trabajo remoto.

Además de lo señalado, los organismos internacionales que ya han estado publicando recomendaciones a los Estados en cuanto a la importancia de visibilizar la perspectiva de género en sus respuestas locales a la crisis, como la Corte Interamericana, que, en su última comunicación oficial llamada “COVID- 19 y Derechos Humanos: problemas y desafíos deben ser desde enfoque de derechos humano”, donde advierte a los Estados el impacto que la crisis sanitaria tendrá en la vida de las mujeres, generando recomendaciones basadas en que las decisiones en torno a la pandemia sean con una perceptiva de género y derechos humanos de manera transversal. Su ausencia significará que las políticas y planes pasen a ser parciales y poco eficaces por no tener la visión de las mujeres, pues como señala ONU Mujeres, la gobernanza y las decisiones que de ella emanan debe tener múltiples visiones.

¿Crees que las decisiones que se han tomado hasta el día de hoy poseen en sus bases la perspectiva de género y derechos humanos? Es importante mirar la realidad hoy y tratar de responder esa pregunta.


[1] La perspectiva de género, esencial en la respuesta a la COVID-19, Instituto de la Mujer España, 2020.

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